HISTORIAS

LA REVISTA ’POESÍA’, UN VERSO LIBRE

Autor: Elsa Fernández Santos

En 1977 el Ministerio de Cultura decidió darle una vuelta a una de sus publicaciones institucionales más longevas. Creada en 1952, la revista Poesía Española, más tarde Poesía Hispánica, pedía sangre nueva y bajo las órdenes del ministro de la UCD Pío Cabanillas se dio luz verde para que el timón lo llevase un equipo joven que sustituiría al de José García Nieto. Aconsejado por el historiador Santiago Amón y el arquitecto Antonio Fernández Alba, Cabanillas encargaría al poeta y editor Gonzalo Armero, que entonces tenía 30 años, el proyecto. Armero reclutaría para la empresa a su amigo el diseñador Diego Lara, de 31. Aunque en un principio hubo un pequeño comité de redacción compuesto por el propio Amón, José Miguel Ullán, Mario Hernández y Joaquín Puig de la Bellacasa, este se acabó disolviendo y Armero asumió el grueso de las decisiones editoriales.

La nueva cabecera pasaría a llamarse Poesía. Revista ilustrada de información poética y en un gesto visionario y valiente la publicación dejaría de lado la actualidad académica y sus lastres institucionales para abrirse a una mirada desprejuiciada y ecléctica. La fotografía, la música, el ensayo, la pintura, el arte y la arquitectura también tenían sitio en Poesía.

En marzo de 1978 se publica el primer número, hoy casi inencontrable y que el Archivo Lafuente atesora junto a una de las colecciones más completas que existen de Poesía, algo excepcional ya que la publicación solía llevar todo tipo de encartes, juegos, desplegables y artefactos que apenas han sobrevivido en su totalidad. En cada número se empleaban papeles distintos (offset para los textos y estucados, vegetales o cartulinas para las imágenes), y todo tipo de cuerpos y estilos tipográficos. Durante los 16 números que Diego Lara figuró como director gráfico primero y subdirector después, la revista respondía a su pasión por el collage. Desde la portada del numero inicial, cuya maqueta se conserva, al propio concepto global de la publicación, el collage fue una forma de expresión estrechamente vinculada al pensamiento y la estética del proyecto. En aquel histórico número se mezclaban nombres reconocidos junto a otros que en ese momento eran muy minoritarios. Así, junto a Jorge Guillén y Vicente Aleixandre, estarían Francisco Pino, Rafael Sánchez Ferlosio o Kurt Schwitters. También en esa primera entrega se publicaron los dos únicos editoriales que salieron en toda la historia de la revista. Gonzalo Armero escribió uno de ellos, un canto a «esa parcela humana tan inasequible como es la de la poética, de límites tan imprecisos que obstaculizan toda definición», en la que recordaba el carácter esquivo de la poesía, su eterna modernidad e inutilidad, «aunque en ella radique lo más válido del hombre».

El otro editorial es una de esas ideas geniales surgidas en ese ágora de pasión y pensamiento que se esconde en el Rastro de Madrid. Lo contaba el propio Armero en una conferencia pronunciada el día 30 de noviembre de 2005 en la Fundación del Colegio de Arquitectos de Madrid en el ciclo «La ciudad, las ciudades»: «El auténtico editorial de la revista fue un editorial trouvé. Poco antes de que saliera el número 1, en el Rastro, en Madrid, en la plaza de Vara del Rey, que en aquella época al menos era muy frecuentada por los ropavejeros, en medio de un ropavejero encontré un gran álbum de caligrafía de un pendolista catalán llamado Ramón Stirling de finales del siglo XIX –un libro maravilloso, bellísimo–, y entre las páginas encontré una lámina con un texto caligráfico que sale reproducido en el número de la revista, en un díptico, en el que encontré todo lo que yo quería decir y no sabía. Dice así: "Después del don del habla nada hay más precioso que la escritura; pues ella es una segunda palabra; es el intérprete material de nuestros pensamientos, es un vehículo asombroso que transporta nuestras ideas desde las zonas de un hemisferio a las del otro. Por ella se han puesto en relación todas las naciones del globo; por ella sabemos lo que pasará en los más remotos siglos; y por ella en fin, sabrá la posteridad las sublimes acciones de los héroes de todos tiempos; los grandes descubrimientos de todas las épocas, y cuanto abraza la Historia universal de todo lo creado"». «Al cabo de veinticinco años», añadía Armero, «me he dado cuenta de que le he sido radicalmente fiel a este editorial, he intentado hacer un vehículo modesto pero asombroso para contar y poner en contacto unas cosas con unas personas […] y ahí está grabado lo que fue la revista».

Muchas de las mejores ideas de Poesía se gestaron en barras de bares de Madrid y a altas horas de la madrugada. En aquel número 1 que ahora evocamos se invocó a las publicaciones constructivistas y las dadá; a Verve y Nueva Forma, pero también a Playboy y Life y la estela de Juan Ramón Jiménez y sus discípulos: «Juan Ramón fue el que trajo la manera sajona de editar a España», decía Armero. Y solo en aquel número 1 el ministro de turno pidió conocer el contenido antes de su impresión. «Se la llevé a Pío Cabanillas, la hojeó y me dijo: "Muy bien"». A ese «Muy bien» le siguieron 45 joyas, entre ellos monográficos dedicados al propio Juan Ramón, a Fernando Pessoa, el Guernica de Picasso, Rimbaud o el Quijote, que alejadas de presiones editoriales y tendencias han logrado estar por encima de cualquier tiempo.

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